Cuando Android era todavía un bebé robot verde, pasaba por todas el usuario instala aplicaciones (no las del sistema), y desactivar los privilegios de inicio automático en la mayoría de ellas. Esto hará que el dispositivo Android arranque mucho más rápido y se inicie con más memoria disponible.
Entonces empecé a preguntarme: ¿Y si algunas de esas aplicaciones están haciendo algo importante cuando se inicia el teléfono? Quizá estén limpiando sus archivos temporales, comprimiendo bases de datos, ordenando índices o realizando otras tareas importantes de mantenimiento o inicialización.
Sin leer el código fuente de cada aplicación para ver qué hace en el momento del arranque, decidí que era mejor dejarlas solas y que se ejecutaran en el arranque.
Ahora, a medida que los dispositivos Android han ido ganando en almacenamiento y tienen más aplicaciones, he empezado a replantearme esa lógica. He visto dispositivos Android con más de 75 aplicaciones que se ejecutan en el arranque.
Cuál es la mejor práctica ahora: ¿Permitir que la mayoría de las aplicaciones instaladas por el usuario se ejecuten en el arranque (si están configuradas para ello), o bloquear la mayoría de ellas?
La estabilidad del sistema operativo y de las aplicaciones es muy importante.